domingo, 28 de enero de 2024

Egoísmo

"Debes cuidar de tu hermano", "compártele a tu hermana”, "protégelos"... casi puedo escuchar la voz de mi papá cuando me decía esas cosas. Me enseñó en la mayoría de sus lecciones que mi deber era servir, cuidar, proteger a mi hermano y hermana. Pero nunca lo escuché decirles lo mismo.

Lo que yo creía inocente y hasta normal se ensaña ahora en grandes heridas a lo largo de mi alma. No puedo hacer nada sin antes pensar en servir, cuidar y proteger, aun cuando no hagan lo mismo para mí.

Me siento culpable por cada pequeño detalle, aun cuando sé que no lo he provocado yo, como cuando enferman o no tienen dinero.

Dejarlo todo y ponerles atención cuando hablan, a pesar de que cuando yo hablo se van y me dejan sola. Comprarles comida, aunque nunca compren comida para mí. Planear mis salidas para no afectarles, a pesar de que se marchan sin preguntar ni avisar, son partes de mi deber como hermana mayor.

Crecer con un bozal en la boca y ataduras en las manos han hecho que mi corazón se sienta herido y desesperado, porque crecí creyendo que mientras ellos estén bien, yo estoy bien... Y cuando se trata de mí, lo único válido es callarme y desaparecer.

sábado, 20 de enero de 2024

Tristeza

Hay ocasiones en las que puedo recordar fragmentos de mi pasado. Momentos que llegan a mi mente como estornudos, fuertes y sin avisar, me estremecen por completo.

Me pasan por la cabeza alguna escena, un aroma, un sentimiento. Aunque hay ocasiones en las que dudo muchísimo de si esos recuerdos existieron realmente o solo los inventé.

Estos recuerdos me llenan de tristeza, porque me recuerdan lo sola que me sentía, lo callada, desconectada que era. Mis lágrimas se agolpan e intento apagarlos, pero no puedo, no hay manera.

lunes, 14 de octubre de 2019

Tiempo

Tiempo, se supone que te ayuda a sanar, ¿no?, ¿cuánto tiempo tiene que pasar?

El tiempo se me hace bolas, se estira, se hace corto y aún así no lo veo, es invisible para mí. Sé que está ahí, tal vez en mi espalda porque no lo percibo, ¿qué día estamos?, ¿qué año?, ¿cuánto desde que se fue?, ¿quién sigue aquí?

Se supone que el tiempo iba a ayudar, pero las lágrimas son las mismas. Aunque sí ha habido un cambio, hoy fue la primera mañana, en mi casa, en casi dos años que pude escuchar una canción sin llorar. La música me deprime, no puedo desconectarla de los recuerdos y me entristecen casi todas las canciones.

A veces creo que no pasaré de este día, de aquel día, porque me quedo estancada y todo se repite una y otra vez. A pesar de las distracciones, llega el momento en que regreso a ese embrollo. ¿Por qué nadie te dice que las despedidas son tan difíciles?, ¿que ese hueco no se cierra?

Mis días favoritos se han vuelto en recordatorios de la ausencia. En tu partida y mi coma. Tengo poquísimos mensajes de WhatsApp guardados tuyos, los cuales leo una y otra vez, algo sobre el pollo en la lumbre y acerca de irte con tus hermanos a pasear.

Aún escucho tu risa de fondo en los videos de mi sobrino y veo tus fotografías con la esperanza de que se muevan. Quisiera que todo esto que se me hace nudo en el pecho simplemente desapareciera y dejara de quitarme el aire.

¿Cuándo se supone que el tiempo hará efecto?

lunes, 12 de febrero de 2018

Partida.

El último recuerdo que tengo de mi papá es del jueves 21 de diciembre. Ese día entraba al trabajo a las 4 de la tarde y estaba a punto de irme, esperaba el transporte que pasaba por mí todos los días. Esa imagen pasea por mi cabeza todos los días, taladrándome el corazón muy lentamente. El claxón del transporte sonó llamándome para irme, así que tomé mis cosas, mi mamá estaba en casa y yo corrí a la puerta, me detuve mientras me despedía y al mirar hacia el pasillo noté a mi papá acostado en su cama, donde había estado la última semana porque tenía complicaciones en su salud. Lo miré largo rato, pensando si debía ir a abrazarlo y besarlo, con un extraño sentimiento en el estómago, un vacío, ¿un anuncio?... pero no me acerqué, le sonreí y le dije: "Nos vemos mañana, papi".

Por la noche mi hermana me anunció que lo habían internado y estaba entubado, no volví a verlo despierto, no volví a ver su sonrisa ni a escuchar su voz... no recuerdo la última conversación que tuvimos ni de lo que hablamos, a veces siento que inclusive estoy olvidando cómo sonaba su voz. Al mediodía del 24 de diciembre mi papá partió para siempre, y yo no soy capaz de llorarlo como se debe, porque siento que debería esconderme cada vez que se me forma este nudo en la garganta.

Cuando recibí la noticia de lo del hospital supe dentro de mí que eso sería todo. "Él está en un lugar mejor", "ya no está sufriendo", "algún día todos estaremos juntos"... es fácil decirlo, las he memorizado todas, pero no las siento, este vacío me oprime con fuerza el corazón, mis lágrimas se sienten tan culpables y a veces hasta ridículas, lo siento todo y nada a la vez, ¿cómo puedes recuperarte de algo así?

¿Por qué no lo abracé más?, ¿por qué no le dije más veces que lo amaba?, ¿por qué no le agradecí en vida todo lo que hizo por mí? Las preguntas son intermiables y no hay respuetas, pero tampoco hay reclamos.

Casi dos meses sin mi papá y he perdido la noción del tiempo.

jueves, 29 de diciembre de 2016

2016

La gente cambia en una vida, en un año, en una semana, un día... una fracción de segundo. No nos damos cuenta, y cuando lo hacemos en el inconsciente lo negamos, da miedo cambiar, da miedo enterarte que al final del día ya no eres la misma persona, con los mismos sentimientos y los mismos pensamientos.

Para mí éste fue un año de muchos cambios, a pesar de haber permanecido estática mientras todo se movía a mi alrededor.

Amanecí el 2016 entre los brazos de una nueva y posible ilusión, que se desvaneció al final de ese mismo día. Sin embargo me dejó la semilla en el corazón, un vago deseo de algo que no había considerado los pasados 31 años de mi vida. Deseo que sigue tambaleante a pesar de ya haber recorrido casi estos 366 días.

Y luego de aquel 1 de enero pasé los días metida en una densa neblina de redescubrimiento. ¿Quién soy?, ¿qué tanto me gusta esto que soy?, ¿quiero seguir siendo así?, si cambio, ¿no me rechazaré a mí misma?

Los cambios me dan miedo, moverme entre la gente, que vean distinto, un comentario fuera de lugar, una mirada distinta. Pero una vez que doy el primer paso, los demás se tornan fáciles.

La sombra también se hizo presente, problemas de salud entre mi familia, anímicos, han abrasado mi alma hasta dejarla chamuscada de nuevo, como hace años. Y la partida de Orión, tan fortuita e inexplicable, fue lo que terminó por partirme en miles de pedazos, los cuales aún estoy recogiendo, en silencio, como suelo hacer las cosas.

Nadie lo supo, aún lloro cuando lo recuerdo, preguntándome por qué se alejan de mí los seres que hacen mi vida más feliz y divertida. Somos ellos y yo, yo y ellos.

Y no es que sólo ellos le pongan el color a mi vida, también hay seres humanos importantes en ella. Este año he intentado aprender de ellos, de sus ilusiones y sus fracasos, de sus caídas y sus gozos, de sus éxitos, de sus sueños para buscar los míos.

Sí, éste fue un año de cambios, de moverme en circúlos, de altos y bajos, de corazones dañados, de cabezas quebradas, de sonrisas salvavidas.

Este año me dejó rasguños, heridas, fragmentos, abrazos, marcas nuevas. Pero sobre todo, me dejó el deseo de levantarme y comenzar corriendo el próximo año, con la mejor actitud, porque a pesar de todo estoy viva, y si lo estoy debo dar lo mejor de mí para ser la mejor mujer viva de mi entorno.

Así que estos últimos días intentaré sanar todo lo que pueda, reconciliarme, darme espacio y valor para no detenerme.

2017, eres mi nuevo comienzo.

sábado, 18 de junio de 2016

Tener hipotiroidismo

Estoy enferma.

Es difícil admitir una enfermedad cuando lo que padeces parece totalmente ridículo por los síntomas que se presentan, especialmente en una cultura como la mía: mexicana norteña.

Problemas para tragar, intolerante al frío, ataques de pánico, estrés, sin mencionar los síntomas físicos, no son más que sinónimos de una persona muy mimada, que quiere llamar la atención o alguien que no sabe controlarse... pero no soy yo, es mi enfermedad.

Mientras escribo esto me encuentro en la oficina, justo en medio de mis dos compañeros, quienes están absortos en sus asuntos. He puesto la música alta en mis oídos, Cerati intenta suavizar esto que siento en este momento, lo cual es difícil de explicar, es como si te estiraran la piel de la espalda lentamente para ver si así lo que tienes dentro de tu cuerpo al fin queda a gusto, pero no encuentra el tamaño indicado. Mis hombros están por completo contraídos, cansados, el peso más allá del mundo está sobre ellos y yo ni siquiera lo comprendo. Mis manos cansadas cosquillean. Mi pecho se siente vacío, mucho muy vacío y a veces imagino como si guardara dentro un agujero negro que sólo se está tragando todo, me lleva lentamente. Intento llenar ese vacío con aire, pero no me alcanza y respiro rápido, más rápido, más rápido... nada cambia. Mantengo las piernas quietas, buscando que los síntomas no las alcancen, al menos así podré correr de mí de ser necesario. El nudo en la garganta intenta apretar con fuerza para sacarme las lágrimas.

No tengo un motivo para sentirme así, mi vida está bien.

Estoy enferma y se llama hipotiroidismo. Tengo esto desde hace veinte años ya, apenas era una niña en camino hacia los años más difíciles de su vida cuando me lo descubrieron, sin embargo hace apenas unos años aprendí que mi enfermedad no es una ridiculez ni tengo por qué sentirme avergonzada, pero a veces es difícil abrazar esta realidad.

Levanto las barreras con la música para que no se me acerque nadie, para tranquilizarme yo sola. Respiro o lo intento, no pienso, no me muevo, bebo agua para ocuparme además de todo el trabajo que tengo hoy, pero lo que más me gustaría sería un abrazo sin preguntas ni alegatos, eso es todo.

Tener hipotiroidismo o hipertiroidismo no es ser una histérica exagerada, tampoco es querer llamar la atención, es sobrevivir a nosotros mismos, a nuestros cuerpos y emociones, e intentar ser felices a pesar de que cada día es todo un reto.

viernes, 3 de junio de 2016

La mujer que no ha amado

Las mariposas en el estómago, el pensarle todo el tiempo, la necesidad de verlo, sonreír por el sonido de su voz, despertar sólo por querer verle son conceptos totalmente ajenos para una persona que hasta ahora no ha amado.

'Enamórate' le han repetido una y otra vez, pero ella se pregunta si es así de fácil... y si lo es, ¿por qué no ha pasado?

Chica conoce a chico, la conversación fluye, las sonrisas, las atenciones mutuas, de alguna manera todo eso se vuelve el amor y las emociones se tienen a flor de piel, con todo y problemas porque está consciente de eso. Conoce la teoría, lo ha visto muchas veces, ¿quién no? Estamos rodeados de romance, de tragedia, de comienzos y finales... pero no de limbos.

Lo intentó, persona equivocada, momento equivocado. ¿Ahora? A veces siente la necesidad, pero casi siempre se esconde en lo ficticio, en lo lejano a ella, en lo imaginario e irreal: mucho más cómodo, supone.

'Enamórate'... parece tan fácil. Pero como cuando te repites la misma palabra una y otra vez, el pensar tanto en el amor para ella pierde sentido y significado.

La mujer que no ha amado.